Por Helí Herrera Hernández
Afirmó el presidente López Obrador, en su mañanera del pasado viernes, que no solamente los pobres apoyan su gobierno, sino más de la mitad de la clase media nacional, porque según un estudio que refirió, éste le da un 70 por ciento de apoyo social a sus políticas públicas.
Según el, su encuesta (a modo), y sus delirios, en México, el 50 por ciento de su población es pobre, y si tiene 7 de cada 10 a su favor, quiere decir, según sus deducciones, que un 20% de las clases medias en el país le da su apoyo, y así, ya tiene en la bolsa la reelección garantizada, por conducto de su alfil Claudia Sheinbaum, porque le deja a la oposición solo un 30 por ciento del resto de los votos, para que se peleen por ellos.
Nada más alejado tanto de la famosa encuesta-estudio amloista, como de los sueños guajiros del presidente, respecto de la correlación de simpatías que permea en la población mexicana, respecto al gobierno López-Obradorista. Una cosa es el escenario que desea ocurra el ejecutivo federal el 2 de junio de 2024, y otra muy distinta la realidad que viven y sienten las familias mexicanas con respecto a este gobierno de la cuarta transformación, que, desde hoy, lo aseguro como antes lo hice a finales de 2017, va en sentido contrario a la aspiración del inquilino de Palacio Nacional.
Allí están mis artículos en este mismo medio, escritos observando con acuciosidad la correlación de fuerzas en aquel escenario político, donde afirme no en uno, sino en varios, que Andrés Manuel ganaría no por escaso margen o en una elección cerrada, sino por nocaut, dado que cada que le preguntaba uno al bolero, al taxista, al carnicero, al profesor, al albañil, a la secretaria, al juez, a la mesera, a la ayudanta del sacerdote en la iglesia, al panadero, al abogado, al médico, al intendente, al ejidatario, a los obreros en las maquiladoras, y a su compañero en el autobús de viaje por quien pensaban votar el primero de julio de 2018, allí si 7 de cada 10, sin dudarlo, afirmaban que lo harían por el hombre de Macuspana, por Andrés Manuel, y soltaban varias razones del porque lo harían, todos ellos muy esperanzados, afirmando unánimemente que porque acabaría con la corrupción, porque metería a la cárcel a todos los corruptos gobernantes del PRIAN, porque daban por hecho que la gasolina la pondría a 10 pesos el litro, porque traería su gobierno seguridad y se acabarían los secuestros, las extorsiones, los asesinatos de gente inocente, entre otras muchas promesas que venía ofreciéndole al pueblo de México López Obrador.
Hoy, repito el ejercicio de hace 6 años y el resultado es diametralmente opuesto al de 2017-2018. 5 de cada 10 afirman que votaron por AMLO y que están arrepentidos por haberlo hecho, que no lo volverán hacer por MORENA porque les mintió, y de los otros 5, por lo menos 3 son férreos adversarios de él y su instrumento político.
No, definitivamente el antiamloismo es mayor que los amlovers, y peor si a eso le suma los malos gobiernos estatales morenistas, el resultado es un claro mensaje a la oposición para que propongan candidatas y candidatos serios, responsables, políticos de resultados, ciudadanos honestos para los distintos cargos de elección popular, y puedo predecir que el 2 de junio de 2024 habrá que buscarle un árbol en la ciudad de México al presidente, y otro en Xalapa al ingeniero Cuitláhuac, para que vayan a darle rienda suelta a la congoja que les arrojara la derrota.