*Ante las oleadas de migración, la Iglesia Católica estableció la urgencia de atenderlas.
La Iglesia Católica adoptó tres compromisos que los obispos deben atender: los migrantes, los jóvenes y los sacerdotes, y ante las recientes oleadas de migración esto se convierte en una urgencia que espera ser atendida, debido sobre todo, porque muchas personas se ven obligadas a abandonar sus hogares y territorios en busca de mejores condiciones de vida.
Lo anterior se desprende del mensaje de apertura por la CXI Asamblea Plenaria de los Obispos de México, el pasado 10 de noviembre de 2021, Mons. Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey y presidente del Episcopado Mexicano, en donde destaca que la causa de la migración se deriva de la pobreza y la miseria en que viven esas familias, pero también de las múltiples formas de violencia.
“No es solo la miseria y la falta de oportunidades, fruto muchas veces de la corrupción e impunidad, la falta de empleo o los bajos precios de los productos del campo o los salarios insuficientes; muchas personas salen huyendo también de sus lugares de origen porque necesitan proteger además su integridad”, refiere.
En el comunicado dominical emitido por la Oficina de Comunicación Social del Arzobispado de Xalapa, se da cuenta de este mensaje, en donde refiere que la gente sale huyendo de sus lugares de origen porque la inseguridad o las condiciones sociales de violencia siguen siendo un problema no resuelto,
“El migrante tiene derecho a ser respetado por el derecho internacional y por cada país. Muchas veces, nuestros hermanos migrantes se encuentran entre la espada y la pared, ante la violencia, la criminalidad, las políticas inhumanas de gobiernos, y la indiferencia del mundo moderno”.
“Todos debemos recordar que, independiente de su condición migratoria, estas personas poseen una dignidad humana intrínseca que debe ser respetada”, se añade en el documento signado por el presbítero José Manuel Suazo Reyes.
Por lo tanto, se indica, como seres humanos y como cristianos no podemos ser indiferentes ante quien pasa por nuestra tierra o toca en nuestras puertas para pedir ayuda y seguir caminando en búsqueda de alcanzar un mejor lugar que le ofrezca mejores condiciones de vida.
Sobre los jóvenes, enfatiza el compromiso de la Iglesia con este sector de la población realizando proyectos pastorales encaminados a acompañar y ayudar a los jóvenes en riesgo de: violencia, narcotráfico, prostitución, trata de personas, etc., con ambientes más sanos que les ayude a desarrollar su espíritu juvenil” (p. 66).
Esto significa, se señala, que existe un buen número de jóvenes que viven situaciones de riesgo; muchos de ellos se encuentran ante la seducción de una vida aparentemente exitosa, desde el punto de vista material, y sin mucho sacrificio. Algunos terminan atrapados en estilos de vida fugaces donde pierden el sentido de la vida y de la trascendencia.
Por ello, señalan los obispos, será importante acercarse a ellos, hablando su lenguaje y ofreciéndoles alternativas de acompañamiento para que su presencia en la sociedad y en la Iglesia sea más participativa y activa.
Sobre los Sacerdotes, Monseñor Cabrera recordó también el compromiso de los obispos en el Proyecto Global de Pastoral: “Implementar experiencias de acompañamiento y formación permanente para los presbíteros, que propicien la vivencia de un encuentro con Jesucristo vivo, para que, en el contacto continuo con Él, fortalezcan sus esfuerzos de conversión personal y pastoral” (p.61).
Antes estas tres realidades desafiantes, con la experiencia de encuentro con Cristo y desde la mirada amorosa de María de Guadalupe, los señores obispos asumen con caridad pastoral y esperanza cristiana sus compromisos pastorales.