¡Vaya, vaya, vaya! Miren nada mas que sorpresa. El presidente de México, don Andrés Manuel López Obrador afirmando, en la mañanera del lunes 15, “”Que no haya odio, tiene que haber confrontación política, desde luego, porque así se tiene democracia, la democracia es confrontación política, es disenso, es oposición, pero no odio””.
Todo esto, al hablar sobre el atentado a Donald Trump ocurrido el pasado sábado, donde un joven de 20 años intento asesinarlo.
De algo estoy seguro, al igual que decenas de columnistas de todo el mundo que ya escribieron el fin de semana al respecto, donde afirman, que si fuera cierto lo del intento de magnicidio del expresidente norteamericano, es que el mismo es producto del alegato agresivo, discriminatorio, ofensivo, racista e incitador a la violencia, que discurso tras discurso pronuncia Trump, sin ponerse a reflexionar que era una invitación para generarla por sus huestes, o sus adversarios, y de la que lamentablemente, el fue victima.
Sembraba tempestades con sus alocuciones Trump, y mas temprano que tarde tendría que haber repercusiones, como puede suceder también en nuestro país, que hay que advertirlo, una vez mas desde esta tribuna, aunque se sigan molestando varios cuatro-teístas, que lo mismo hace don Andrés desde su pulpito de la mañanera, con un lenguaje similar al que utiliza el expresidente norteamericano, de descalificación contra todo aquel, o aquella persona que cuestione su fallido gobierno, colmándolo de epítetos hirientes, que generan burlas sociales e insultos personales, de parte de los morenistas mas radicales, contra sus adversarios políticos.
Lo he comentado infinidad de ocasiones con amistades que lo de Trump, solo era cuestión de tiempo para que generará violencia, y lo mismo he dicho del discurso hiriente y provocador del presidente mexicano, que abdica de la responsabilidad y misión que tiene, que es la de propiciar acciones tendientes a la convivencia pacifica de sus gobernados, y no la de insultar, confrontar, denostar, vilipendiar y menospreciar a sus adversarios.
Allí esta ya un claro ejemplo de lo que ese discurso político provoca: el intento de asesinar a Donald Trump el pasado sábado, y que afortunadamente su agresor (ya abatido), no lo logro.
Esta lección debemos tomarla en México con mucha responsabilidad, como una advertencia para todo aquel hombre o mujer que siembre odios, desde una posición de poder. No hacerlo y continuar con esa tónica provocara irremediablemente daños colaterales que repercutirán en la vida pública de nuestro país.
Ojalá y le sirva de advertencia a don Andrés, ahora que acaba de decir que “debe haber confrontación política, para que haya democracia, pero no odio” y no terminemos escribiendo aquel refrán popular >el burro hablando de orejas<.
PD. Joe Biden acaba de anunciar su declinación a la nominación presidencial del partido demócrata. ¿Quién lo sustituirá? De este tema nos encargaremos en la próxima entrega.