Por Helí Herrera Hernández
Se tenso el proceso de selección del candidato (a) en la cuarta transformación.
Lo que parecía un día de campo para las corcholatas, y especialmente para el presidente de México, se ha convertido en un incendio que amenaza transformarse en el infierno mismo.
Marcelo Ebrard está quemando sus naves, y apuesta por el todo, o por el NADA.
Lo cierto es que diga Andrés Manuel López Obrador lo que diga en las mañaneras, cuando lo cuestionan al respecto, de que no pasa nada, que el barco de MORENA navega sobre aguas apacibles, su movimiento de regeneración puede abortar antes del 6 de septiembre, o desencadenar una división que pondrá en serio peligro sus aspiraciones de triunfo en las elecciones federales del año próximo, ya no solo en lo que se refiere a la elección de diputados, senadores, gobernadores, sino la presidencia de la república misma.
Y es que no es que diga Marcelo (después de todo lo que sabemos que paso en esta semana que recién termino en ese instituto político, respecto la batalla que libra el excanciller contra la nomenklatura morenista, que le está haciendo trampa para derrotarlo), que no se va a ir de MORENA, que allí se quedará porque es el que va a ganar la encuesta -no dudo que ello suceda-, sino lo que ocurrirá un día después al DEDAZO que va a dar López Obrador a favor de Claudia.
Ese es el meollo del asunto. El día después, cuando haya corroborado que fue utilizado nada más por el presidente para justificar el dedazo, y que la candidata morenista, le estire la mano para subirlo a su proyecto político, de nueva cuenta para aprovechar su capital político, a cambio de una senaduría, y la promesa de convertirlo en el coordinador -ya no de la cámara alta del Congreso de la Unión (porque seguramente ya no serán mayoría), sino de su grupo parlamentario-.
Tendrá que tomar ese día decisiones el buen Marcelo de enanizarse o agigantarse, según sea su estatura política, de miras, de grandeza y de camaradería con los miles de personas que lo impulsaron para verlo como el candidato de MORENA a la presidencia de la República, y no a senador de la república.
¿Tendrá el valor para dar un paso adelante, ya sea buscando esa candidatura que su partido de nueva cuenta, por segunda vez le niega, a mansalva, con todas las trampas habidas y por haber, o se subirá al barco de Claudia, bajando la cabeza y aceptando todas las humillaciones que ese grupo le hizo en estos años, y en esta faramalla de proceso selectivo?
Estamos a 15 días de ver que este hecho Marcelo Ebrard. Nadie le puede negar su capital político y una gran simpatía que tiene entre la clase media sin partido. Esta semana ya dio visos de que tiene fuerza para hacer que su partido rectifique; el asunto es que la encuesta no decidirá, sino el inquilino de Palacio Nacional, y allí es donde se verá si está listo para templar el acero o no, recordando aquella novela del escritor Nikolai Ostrovsky.