Por: Zaira Rosas
Los juegos olímpicos de Tokyo están dejándonos grandes lecciones, pero no sólo en el ámbito deportivo, también en lo personal y lo social. Estas competencias van estrechamente ligadas a palabras con mucho peso, esfuerzo, constancia, sacrificio y compromiso. Pero las palabras también pueden impactar en nuestra vida según su y.
Después de posponer estas competencias debido a la pandemia y de drásticos cambios en el mundo y la manera en que lo percibimos, estos juegos olímpicos eran sumamente esperados. Cada Nación detrás de las pantallas apoyando a sus favoritos, pero también exigiéndoles, como si se tratasen de poseedores de los competidores.
Muchos de los comentarios que recibieron quienes compitieron en los juegos eran sumamente ofensivos, así fue el caso de Alexa Moreno, gimnasta orgullosamente mexicana, que ha tenido que lidiar con todo tipo de señalamientos respecto a su cuerpo. Sin embargo, ella se ha vuelto una líder en este deporte, obteniendo el cuarto lugar en la final y recordándonos que la constancia y la disciplina son la clave para evadir a quienes intenten desviarte del camino.
En este mismo deporte destaca la estadounidense Simon Biles, quien deja grandes lecciones respecto a nuestros pensamientos. Pese a ser considerada la atleta perfecta decidió retirarse, elegirse a ella y su equilibrio en vez de someterse a la presión que demandaba representar a su país. Por el contrario, salen las declaraciones de Djokovic, un competidor que califica a la presión como un privilegio, pero que al finalizar un partido de tenis pierde la cabeza, demuestra nula inteligencia emocional y todo es descontrol.
Después de ese episodio el tenista declaró que “no es lindo, pero a veces es difícil controlarse”. En lo anterior vemos a dos personas de distinto género, cuya cultura y preparación influye en demasía sobre su pensamiento, dos seres que nos invitan a reflexionar sobre qué estamos haciendo por nosotros, ¿nos estamos llevando al límite? ¿a qué costo? Después del tiempo bajo el encierro hemos pensado suficiente y también hemos recibido la oportunidad de aprender nuevas lecciones.
El triunfo puede tener distintas connotaciones, ganar no siempre significa llegar a lo más alto de un pódium, a veces también es elegir nuestras pasiones y gustos, luchar por aquello que queremos nosotros, no sólo lo que quieren los demás y sobre todo defender nuestros ideales.
Esto último es el mensaje que dejan las mujeres al negarse a ser sexualizadas durante las competencias. Comenzó con el equipo femenino noruego de balonmano de playa, el cual recibió una multa por negarse a usar el bikini con el que se les pide jugar. De igual manera las gimnastas alemanas se mostraron con uniformes de cuerpo completo, ya que al parecer las características que piden un vestuario diminuto son aplicadas sólo para mujeres.
El deporte es otro ámbito en el que se encienden las alertas de desigualdad de género, el trato no es igual, los juicios son más duros sobre las mujeres y los triunfos son menospreciados. El deporte, es sólo un reflejo de nuestro ámbito social actual. Y detrás de cada medalla tenemos muchos aprendizajes pendientes. Después de los juegos habremos de juzgar menos a nuestros deportistas y más nuestras acciones, comencemos por poner el compromiso en nuestro día a día y por lograr un equilibrio en nuestra vida recordando que como seres humanos somos integrales y necesitamos también cuidar de nuestra mente. ¡Sólo así ganamos todos!