Por Helí Herrera Hernández
¡Se cerró el telón!
Han concluido los juegos olímpicos de Paris 2024 con los resultados esperados: China y Los Estados Unidos empatados en primer lugar con 40 medallas de oro, mientras que nuestro México con ninguna.
A pesar de esta triste realidad, el pasado viernes 9, el hombre de palacio nacional dice estar feliz por el desempeño de nuestros deportistas, a los que su gobierno les ninguneo apoyo económico para la práctica de sus actividades, para su manutención, para dedicarse de tiempo completo a pulir su preparación para todas las competencias deportivas, sean éstas estatales, nacionales, centroamericanas, panamericanas y mundiales.
Escasas becas para ellos y ellas, que, si obtuvieron medallas de plata, bronce, o quedaron en cuartos, quintos o dentro de los diez primeros lugares de sus competencias, fue por mérito propio, porque tuvieron que “vender sus propios calzones (trajes de baño)”, o sus autos, y por tener que demandar ante el poder judicial la restitución de esas becas, porque doña Ana Gabriela Guevara se las había suspendido, por asociarse con las mafias que manejan las ligas deportivas en México.
Mientras ellas y su sequito de mujeres degustaban las mejores viandas, los mejores vinos, los caros desempances y los mejores y costosos hoteles, nuestros atletas padecían hambres mientras entrenaban, pero don Andrés, el humanista Andrés, proclama a los cuatro vientos que esta súper-contento por el desempeño de nuestros deportistas, sin que le remuerda la conciencia porque prefirió tirar dinero en sus infructuosas obras que siguen si refinar un litro de gasolina, o que solo obtienen pérdidas económicas diarias como el aeropuerto de Santa Lucia y el Tren Maya, o perdonando a los corruptos y ladrones funcionarios de su gabinete como Ignacio Ovalle o Manuel Bartlett, por mencionar solo a dos y no acabarme este espacio, antes que impulsar las actividades deportivas en México no solo para competir internacionalmente, sino para combatir los flagelos de la drogadicción, la obesidad y otras tantas enfermedades generadas por la inactividad física.
Tanto China como Los Estados Unidos cosechan tantas medallas de oro, plata y bronce por sus políticas deportivas. De distinta manera, pero con visión de campeones, de triunfo. Nuestros vecinos y socios comerciales a través de las universidades, que mediante visores en las high school capturan a los mejores en cada especialidad para becarlos, y de esa manera que no paguen sus carreras universitarias que son carísimas, siempre y cuando destaquen. Entre más competencias regionales, estatales, nacionales e internacionales ganen, no solo se convierten en profesionistas sin gastar un solo dólar en ello, sino que empiezan a ganar dinero en patrocinios de los grandes trust y monopolios norteamericanos, lo que les garantiza entrenar diariamente con la alimentación adecuada, y con el personal de asistencia que los harán campeones.
Lo mismo sucede en China, solo que allí es el Estado el encargado de ellos, quien los dota de entrenadores, nutriólogos, médicos especialistas que los preparan para triunfar en sus especialidades deportivas, y así ganar, olimpiada tras olimpiada, las medallas de oro, plata y bronce, en una competencia contra su adversario tradicional: los Estados Unidos, y el resto del mundo.
Acá, tanto en la 4T como antes con los gobiernos del PRI y del PAN, nuestros deportistas se rascan con sus propias uñas y si obtienen medallas son por ellos, y por algún empresario, industrial o banquero generoso que se atreven ayudarlos a sobresalir, cuando observan que son potencialmente buenos en ese deporte.
Nosotros seguiremos sacando medallas de oro en corrupción, nepotismo, ineficacia e inseguridad. Para eso nuestros gobernantes se han especializado, y cuando pierden fuerza en algún partido político, brincan a otro, porque también en maña somos áureos.