Rutinas y quimeras
Clara García Sáenz
Ganarse un premio siempre es motivo de felicidad, sin embargo, hay algunos que pueden ser muy trascendentes, que nos marcan la vida; otros no siempre son del todo agradables, como se suele decir en aquella frase “sacarse la rifa del tigre” para evocar situaciones donde algo bueno que nos ha pasado conlleva dificultades. Pero hay también algunos que resultan verdaderamente trascendentes en lo personal, aunque no lo sean en otros espacios; ese es el caso del Concurso de Cuento de la Cafebrería Ítaca (evocando a la patria de Ulises en la Odisea) de Cerritos, SLP.
Dos jóvenes que estudiaron Letras, Adán Medellín y Lorena Rojas decidieron emprender un proyecto de vida; así, un día renunciando a la seducción de la ciudad se instalaron en un pueblo en medio de la nada con su librería, trayendo a cuestas además una biblioteca, herencia del abuelo de Adán. Abrieron una librería, una biblioteca, una sala de lectura, un café y una escuela de lenguas, donde también hay ajedrez.
Entre las muchas actividades que realizan en ese seductor espacio, convocaron a un concurso literario para festejar el tercer aniversario de su Cafebrería; era de cuento breve dirigido a residentes o nacidos en la zona media potosina, es decir, los municipios de Cerritos, Guadalcázar, Ciudad del Maíz, Cárdenas, Rioverde, Santa Catarina, Lagunillas, Rayón, San Ciro de Acosta, Ciudad Fernández, Alaquines, San Nicolás Tolentino y Villa Juárez.
Al igual que Cavafis habla de retorno a Ítaca, como ese navegar en la vida donde se debe disfrutar mientras se llega al destino, así se intenta vivir lejos de casa cuando se emigra del pueblo donde se nace, pero siempre queda una herida abierta que sangra cuando la nostalgia nos invade con los recuerdos del lugar.
Por eso, cuando vi la convocatoria de la Cafebrería, quise retornar como escritora y para mi sorpresa, gané el concurso. Entre risas y bromas les dije a todos lo que me felicitaron que iría a recoger el premio Nobel de Literatura de la Zona Media Potosina, que representa para mí el logro de lo que cuando niña me propuse frente a la maestra de quinto grado de primaria en Ciudad del Maíz, que al leerle mi crónica del descubrimiento de América me dijo que no tenía ideas coherentes para escribir, que cuando creciera me dedicara a cualquier cosa menos a la escritura porque mi pensamiento no era lógico y ordenado; creo que en todo lo que me dijo ese día en el bochornoso regaño frente a mis compañeros que obviamente se reían, tenía razón; no lo sé, pero el trauma que me ocasionó ese momento me hizo prometerme a mi misma que algún día sería escritora.
Pero lejos de Ítaca, con dos libros publicados y un montón de textos redactados durante varias décadas, no me permitían reconocerme como tal, hasta que Adán Medellín me habló por teléfono para notificarme el fallo del jurado. “Fata Morgana” mi primer texto en formato de cuento ganó el certamen literario; una historia que escribí para decir algunas cosas que no sabía donde poner ni como contar. Entonces fui a recibí mi premio, sintiéndome escritora, oriunda de Ciudad del Maíz. E-mail: claragsaenz@gmail.com